lunes, 20 de diciembre de 2010

Guerra y amor



-¿Eli?- volteo a verme con ojos llorosos y yo solo camine, más bien dicho corrí a su lado- Eliseo, ¿Qué sucede?

-No pasa nada, es solo que no soporto verla así- lo abrace, lo entendía a la perfección, y mas por ser el causante de esto. Recargo su cabeza en mi pecho.

-Yo tampoco

-Le dijiste lo de la insignia ¿verdad?- asentí sin ánimos- sabes que no te dejara ir

-Lo se- murmure- pero no iré si me necesita

-Hermano se que es difícil para ella, pero esto es lo que has soñado desde antes de que yo naciera, si tu quieres ir hazlo

-Eliseo yo…

-Jass, vamos, se que tu quieres ir, si lo decides yo cuidare de ella, por eso no te preocupes, se que todavía me ven como un niño chiquito e indefenso, pero a mi edad ya no lo soy

-Lo se, lo se

-Jasper, toma tu decisión, yo la ayudare a superarlo

Mi hermano tenia razón, y aunque parecía extraño, el a veces era mas maduro que yo y pensaba que hasta era mayor que yo. Nos quedamos dormidos abrazados consolándonos ambos mientras yo trataba de tomar la decisión correcta y calmaba los sollozos de mi pequeño hermano.

Al día siguiente mama estaba un poco más calmada, pero no se despegaba de la caja que le había dado mi padre.

-Buenos días madre- la salude por la mañana, pero no hubo respuesta como acostumbraba, solo una mirada por su parte.

En la tarde, ya por la hora de la comida, la nueva nana sirvió los platos a la mesa, pero mi madre no bajo, y pidió que se le llevara la comida a la alcoba. La culpa comenzó a consumirme sabiendo que ese comportamiento por su parte era por causa mía. Pasaron dos semanas, y ella seguía con el mismo comportamiento. Eliseo hablaba muy poco cada vez que subía para ver como estaba mama, pero cuando salía no daba señales de algún cambio. Yo no podía entrar a verla, no por que no quisiera, si no por que ella no me lo permitía.

Mi cumpleaños 16 se acercaba y mi madre aun no quería verme, si esto no se solucionaba no sabia lo que haría, y si implicaría o no a mi hermano.

-¿En que piensas?- me pregunto Eliseo cierta tarde, mientras yo observaba el jardín desde el balcón.

-En mama

-Sabes que no es tu culpa

-Eso trato, pero es difícil cuando la vez encerrada en su habitación y a la única persona que no quiere ver es a mí.

-Le afecto la noticia, pero debía esperar eso, tú siempre haz hablado del ejército como un devoto a un dios- reímos un poco, hasta ahora el era el único que me hacia reír de verdadera felicidad.
Muy corto lo se, diganme ke les parece

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