lunes, 20 de diciembre de 2010

Guerra y amor



Dentro había varias cartas para cada uno y uno regalos envueltos en los que solo se podía ver el nombre de a quienes estaban dirigidos. Tome el mío, para ser pequeño pesaba mucho. Al abrirlo me sorprendí mucho y varias lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas alarmando un poco a mi hermano que aun se encontraba en la puerta. Lo invite a sentarse a mí las aun observando lo mejor que mí padre me pudo haber dado: una medalla de honor a mi nombre con una pequeña nota a su lado. La abrí aun con lágrimas saliendo de mis ojos.

Hijo: se que cuando estés viendo esto ya no estaré para felicitarte, pero yo siempre supe que querrías ser militar así que, esto dice que cuando cumplas tu mayoría de edad si aun lo deseas podrás ingresar al ejercito. Te amo Jasper, siempre fuiste mi hijo prodigio. Cuídate mucho muchacho.

Mi hermano me abrazo, era extraño, en ese momento yo parecía el pequeño, según dicen que un hombre no llora, y en ese momento no me importo. Eliseo pregunto si había algo para el y le dije que si y se lo entregue. El vio el paquetito como la octava maravilla del mundo pero no lo abrió. Cuando le pregunte el porque solo me dijo que aun no era el momento y yo asentí, al ser el tan perspectivo no le podía negar nada.

Me incorpore de un salto recordando el porque había abierto aquella caja y baje con ella en brazos y mi hermano siguiéndome con una gran sonrisa en los labios. Todos en la morada me miraban con curiosidad y luego posaban sus ojos sobre el objeto que llevaba abrazado conmigo. Mama vio la humedad en mis ojos y sentí su preocupación pero antes de que pudiera pedirme algo le entregue la caja. Me miro con ojos interrogantes y yo solo le sonreí infundiéndole un poco de valor y confianza. Apenas vio su contenido dos grandes cascadas recorrieron su rostro. Al principio me preocupe y hasta me arrepentí de aquello, pero luego me di cuenta que no era la tristeza la que abarcaba su mente en ese momento. Todos a mí alrededor se acercaron para ver la causa de sus lágrimas y pude sentir su reproche y enojo hacia mi pero yo me mantuve tranquilo.

Mama saco el pequeño paquetito a su nombre y lo abrió. Era un pequeño guardapelo de oro. Lo abrió y al ver nuestra curiosidad por su gran sonrisa nos invito a acercarnos. Adentro tenía 2 fotos, una de ellos dos el día de su boda sonriendo y la otra de cuando nació Eliseo, nosotros cuatro en la casa: yo cargando a mi pequeño hermano recién nacido en el centro de su cama y nuestros padres a los costados. Fuera del guardapelo había una inscripción en latín. Cor unum. De la familia yo era el único que entendía el latín y solo susurre su significado. Un solo corazón…

Al terminar la fiesta mama subió a su habitación muy seria mientras Eliseo y yo nos poníamos a recoger todo. Terminamos muy rápido e incluso hicimos la cena pero ni con el olor de la comida bajo mama y me comencé a preocupar. Subí a su habitación mientras mi hermano comía y toque a su puerta. Entra, susurro ella y yo abrí la puerta. La encontré sentada en su cama observando el guardapelo. Por un momento pensé que quizá por mi culpa volvería a su depresión. Me invito a sentarme junto a ella y yo lo hice con paso sigiloso. Me sonrió dándome la seguridad de que no había recaído en la depresión y me calme un poco. Me senté junto a ella y ninguno dijo nada, solo observamos aquellas fotos donde la felicidad inundaba nuestras vidas hasta que mama hablo…
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